martes, 24 de marzo de 2015

El tesoro de Alarico, aún disponible para descubridores

Alarico I, nacido hacia el año 370, fue rey (o caudillo) de los visigodos entre el 395 y el 410. Fue uno de los jefes visigodos con mayor importancia en el Bajo Imperio romano ya que fue crucial en la división del Imperio y en la descomposición del Imperio Romano de Occidente.
Al margen de todo esto, no traigo aquí la figura histórica de Alarico, sino lo especial de su enterramiento, que tuvo lugar en el río Busento, a la altura de la población italiana de Cosenza.


El enterramiento fue especial ya que con el propio Alarico fue enterrado también el tesoro o parte del mismo (que no era poco) que los visigodos transportaban en su camino por la península italiana. Para ello, los notables visigodos, queriendo evitar que el cadáver de su rey fuera manipulado por los romanos, decidieron enterrarlo bajo el lecho del río Busento. Debido al propio caudal del río, se levantó un muro que lo desvió de su curso el tiempo necesario para poder construir su tumba en el cauce para, posteriormente, derribarlo y que el río retomara su cauce natural, cubriendo así la tumba. Además, aquellos esclavos romanos que fueron utilizados para la sepultura y obras demás obras hidráulicas, fueron ejecutados para que la ubicación exacta de la tumba y su tesoro jamas pudieran ser desvelados.
Junto al Busento, de noche, allá por Conseza, susurran broncas canciones,
y de las aguas responden, y en remolinos resuenan las voces.
Y a lo largo del río, río arriba y abajo, vagan las sombras de valientes godos:
Lloran por Alarico, el mejor de sus muertos.
¡Cuán pronto, ay, hubieron aquí de dejarle, lejos de la patria!
para desviar la corriente, abrieron un nuevo cauce.
En la cavidad sin agua, ay, movieron la tierra,
y en lo profundo metieron al muerto, sus armas y su caballo,
y echaron otra vez tierra sobre el señero tesoro,
para que acuáticas plantas crecieran de tumba de héroe.
Nuevamente desviado, volvió a su cauce el río,
volvieron las ondas fuertes, espumantes, del Busento. 
Y un coro de hombres cantaba: "¡Descansa en tus horas de héroe;
jamás manchará tu tumba vil codicia de romano!".
Cantaba el coro, y sus loas corrían por las huestes godas.
¿Que tus aguas las arrastren Busento, de mar en mar!

August Graf von Platen (1796-1835)