martes, 21 de julio de 2009

La llegada a la Luna, entre nazis y soviéticos

Ahora se que celebra el 40º aniversario de la llegada del hombre a la Luna, es buen momento para contextualizarlo pues se dio en unas circunstancias que ya no se dan. Quizás por eso, desde 1972, no ha vuelto a darse ninguna expedición tripulada a nuestro satélite.



Werner von Braun, ya trabajando para la NASA (foto: Wikipedia)
Werner von Braun, en la NASA (Wikipedia)
En cierto modo se puede decir que todo empezó en 1930 cuando Werner von Braun se graduó en ingenería mecánica por el Instituto Politécnico de Berlín. En 1932 se doctoró en Física y en 1934 en ingeniería aeroespacial. Por aquel tiempo, ya enrolado en el ejército alemán, investigaba en el desarrollo de misiles balísticos. Fue adscrito a las SS en 1940 y, en la base secreta de Peenemünde, logró hacer funcionar en 1942 con éxito lo que en aquel tiempo se conoció como bombas volantes, cohetes ahora: el A2. Tras los éxitos de los modelos A3 y A4, Hitler comprendió que su uso militar podría dar aire a una guerra en pérdida y ordenó la producción a mayor escala de los A4 con el nombre de V2 (Vergeltungswaffe 2 o Arma de represalia 2). Por suerte para los aliados, y para el mundo en general, el desarrollo de esta exitosa arma llegó demasiado tarde ya que, de haber sido utilizada antes, podría haber cambiado el signo de la II Guerra Mundial.

La vocación de von Braun fue más la científica que la bélica, lo que le llevó a tener problemas con la Gestapo y a planear su futuro más allá del final de la guerra. Tanto EEUU como la URSS tenían un plan para capturar a los científicos alemanes y, aunque estuvo cerca de ser capturado por los soviéticos, von Braun prefirió entregarse a las fuerzas estadounidenses. De haber conseguido los soviéticos hacerse con los servicios de von Braun, éste hubiera pasado al equipo de Sergei Korolev, el gran ingeniero-jefe de los proyectos espaciales de la Unión Soviética.

Llevado a los EEUU, a Werner von Braun se le pidió cooperar con el ejército del aire estadounidense a cambio de ignorar su pasado nazi. Basándose en sus proyectos del V2, Werner von Braun fue el padre de los primeros misiles balísticos estadounidenses, de aplicación meramente militar, y también de los primeros cohetes espaciales.



Sello con el rostro de Sergei Koroliov. No hay muchas fotografías de él ya que su identidad se mantuvo en secreto hasta su muerte (foto: Wikipedia)
Sello con Sergei Korolev (Wikipedia)
Sin embargo, durante estos primeros 20 años de guerra fría y de carrera espacial eran los soviéticos quienes tenían la delantera. Más que un problema de orgullo científico, era un problema de seguridad militar ya que los mecanismos de un misil militar y de un cohete de exploración espacial son los mismos. Sin embargo, de cara a la opinión pública, las innovaciones en materia aeronáutica y aeroespacial fueran presentadas como logros ciénfico-civiles.

En el otro lado está Sergei Korolev. Su identidad se mantuvo en secreto hasta el momento de su muerte de manera que los soviéticos (ni el resto del mundo) no conocieron en ningún momento al responsable del programa espacial de la URSS.

Ucraniano de nacimiento (entonces bajo el Imperio Ruso), se trasladó con su familia a Moscú en 1929 donde terminó sus estudios de ingeniería, realizando su diseño de una aeronave bajo los consejos de Andrei Tupolev. En 1930 se interesó por cohetes propulsados con combustible líquido cuyo lanzamiento se realizó en1933. Para 1936 ya era ingeniero jefe del Instituto de Investigación de Propulsión a Reacción pero durante las purgas estalinistas de 1938 fue detenido bajo la acuasión de subversión y haber gastado demasiado dinero. Fue llevado a un gulag en Siberia hasta que se le trasladó a una especie de cárcel para intelectuales donde continuó trabajando para el Ejército Rojo en el diseño de varios aviones. Finalmente fue puesto en libertad en 1944.

Aún sin rehabilitar, Korolev viajó a Alemania para obtener información sobre las bombas volantes V2 y así producir misiles balísticos para la URSS, lo cual se consiguió en 1947 con una réplica de las V2 llamada R1. A éste les sucedieron los R2 y R3, cada uno mejor que el anterior en precisión, alcance y capacidad de carga. Así, se llegó al R7 que sería el primer misil balístico intercontinental (ICBM) de la Unión Soviética, con un alcance de 7.ooo km y con capacidad para 5'4 toneladas, lo que le otorgaba capacidad nuclear. El R7 fue probado con éxito en 1957, año en el que, por fin, Sergei Korolev fue rehabilitado.

A finales de la década de los 50 la pugna aeroespacial de las dos superpotencias tenía una vertiente militar, que era la que tiraba realmente del carro, y otra científico-civil. Y en esta competición eran los soviéticos quienes estaban llevando la ventaja, la cual, fue evidente cuando el 4 de octubre de 1957 la URSS puso en órbita el primer satélite artificial de la historia, el Sputnik 1;  en noviembre lanzó el Sputnik 2, con la perra Laika a bordo y, al año sieguiente, el Sputnik 3, lo cual causó verdadera alarma en los EEUU. Por si no fuera suficiente, los soviéticos pusieron su mirada en la Luna lanzando tres sondas desde 1958 (Luna 1, 2 y 3), e incluso en Marte y Venus.

El cambio de década asentó la ventaja soviética con el primer vuelo tripulado al espacio con Yuri Gagarin, la primera mujer con Valentina Tereshkova y el primer paseo espacial de Alexei Leonov, ya en 1965.



Emblema del programa Apolo (fuente: Wikipedia)
Emblema del programa Apolo
En este momento llega la dirección política del nuevo presidente estadounidense, John F. Kennedy. Entendiendo éste que proponer un objetivo lejano supone recorrer un enorme camino que por sí mismo puede ser aprovechable, anunció al mundo su intención de llegar a la Luna antes del final de la década bajo el épico argumento de que se haría, no porque sea fácil, sino porque es difícil. De este modo, a partir de 1960, Werner von Braun se puso a trabajar en mejores cohetes, concretamente los gigantescos Saturno 5 y en todo el sistema de propulsión necesario para recuperar el retraso frente al enemigo soviético y, como guinda final, poner un hombre en la Luna y traerlo sano y salvo a la Tierra, viejo sueño tanto de Werner von Braun como de Sergei Korolev.

Sin embargo, aunque también Korolev tenía proyectos para el cohete N-1 que llevaría a los soviéticos a la Luna, su duro pasado en el gulag siberiano pasó factura a su salud desde 1960 con un primer infarto. Desde aquel momento tuvo que hacer frente a diversos problemas de salud hasta que, finalmente, murió en 1966. Sus sucesores no consiguieron dar con un diseño de cohete que llevara al primer cosmonauta soviético a la Luna.

El final de la década se acercaba y, aunque el presidente Kennedy había muerto asesinado, la idea de llegar a la Luna antes que nadie continuaba viva consiguiéndose, como todo el mundo ya sabe, el 20 de julio de 1969 con la misión del Apolo XI. Otras cinco misiones Apolo alunizaron con éxito siendo el 7 de diciembre de 1972 la última vez que el hombre pisó el suelo lunar.

Ante lo inhóspito de la Luna, la constatación de la victoria sobre los soviéticos en la carrera hacia la Luna, lo carísimo de todo el proyecto y, años después, el fin de la Guerra Fría, no se ha vuelto a la Luna porque realmente , hasta el día de hoy, no ha habido motivos para volver.

Hace pocos años la BBC realizó una serie donde se contaba desde el principio la carrera espacial, poniéndo el énfasis en la rivalidad entre Werner von Braun y Sergei Korolev. Aquí posteo desde YouTube el primer capítulo con subtítulos en castellano.










No hay comentarios: